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Mostrando entradas de enero, 2010

A los que leen

Hoy, la línea 14 de autobuses se ha convertido nuevamente en emblemático lugar de introspecciones, sólo comparable a un balandro surcando las aguas en un lago de nueva Inglaterra. Allá he tenido una pingüe idea, en absoluto inédita ni sorprendente, “hay gente que no lee”. Ello nos lleva a la siguiente diatriba: existen “los que leen” como categoría de análisis y a ellos quiero referirme. A los que leen, leemos, se les puede clasificar, a su vez, por lo que escogemos leer y por cuanto leemos. Es importante, los lectores lo sabemos, si se prefieren los filosóficos tostones, las tesis doctorales, las novelas históricas, los escritores checos sarcásticos o las tramas que enganchan a 500 páginas. Sea cual sea la elección, el lector se siente privilegiado, goza con sus minutos de ensimismamiento. Entonces, se adentra a lo más profundo interior pero también viaja y disfruta si se despega un poco del suelo y del cuerpo y se contempla leyendo desde algún otro ángulo de la habitación porque es

Saltan como liebres

A veces las palabras saltan como liebres. Aquella mujer mayor que me vendió un vestido gris años sesenta lo hacía como liebre campera, conduciendo a las palabras de salto en salto, de un lado a otro, de la cooperación al desarrollo a la reflexología podal, del carpe diem a la moda XL, de los robos famélicos al frio de algunos inviernos en El Escorial. A veces las palabras resumen una vida. Ocurre cuanto una sentencia "soy feliz" o cuando otro asegura "me he convertido en una piedra". ¿qué podemos entonces añadir ante tan elocuentes palabras? Azu, por ejemplo las emplea maravillosamente, las palabras. En cierta manera las amasa como pequeños gnoqui de patata, las redescubre de otros idiomas y las presenta a la sociedad hispánica tras un breve pulido que las deja sin una sóla arista. Jorge, en línea, las rescata del olvido rural, esas sí, palabras como liebres más literales que metafóricas, de las que acaban recopiladas por seguidores de Delibes en libros titulados &q

Reformas y pinturas

Quiero vivir, quiero gritar, quiero sentir el universo sobre mí, quiero correr en libertad, quiero encontrar mi sitio… Menos mal que ya lo dijo Eva Amaral, esta chica tan expresiva, tan moderna…que si no parecería que las crisis de una son un coñazo recurrente de perpetua insatisfecha. Ya lo he dicho muchas veces, he tenido una infancia feliz, he bailado flashdance, he enamorado al jefe de la banda, he tenido experiencias laborales interesantes, viajado un poco y charlado en varios idiomas. He creído poder explicar lo inexplicable al final de una noche etílica cual revelación mística, he bailado sola en pistas de baile abriendo los brazos como una loca de atar, he tenido una boda de princesa, un príncipe encantado y unos hijos maravillosos. Aunque también he tenido etapas dolientes, jefes castrantes que me han partido las alas y la ternura. Las he pasado putas cuanto, aunque fuera apostando por el bien y la justicia, me he posicionado en el bando perdedor y he perdido. También me ha pe