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Mostrando entradas de 2011

España, mon amour

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Vuelvo del exilio, de esta especie de huida interior a la periferia reflexiva de mi misma y de mi país. Regreso en señal de tregua y de compromiso con este tiempo histórico que me pertenece: la crisis, los balances, las soluciones. Abandono el desapego iniciado hace unos pocos años y hago una sencilla declaración de principios: Es nuestro deber encontrar la dirección correcta porque nuestra es la letra de la canción que sea nuestra historia pero tenemos que asumir quienes somos y querernos como somos. El viaje de vuelta, quizás empezó hace tiempo, pero fue esta mañana, escuchando a José María Fidalgo, otrora lider sindical y hoy elegante tertuliano de radio, cuando comencé a verbalizar estas verdades. El Sr. Fidalgo, al cual he tenido la ocasión de escuchar en salpicadas conferencias, es una suerte de filósofo sobrevenido, de talento innato, de los que van atando los cabos del desordenado discurso histórico lo mismo en su lectura vespertina que en la cola del pan. Creo que descubre sus

Conciliación y nuevos gobiernos

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Llevaba una semana enzarzada en una discusión a varias bandas a la sazón de la no baja maternal de Soraya Sainz de Santamaría , cuando los nuevos ministros, incluida la susodicha tomaron posesión. Discutí al respecto de la desconciliación con varios de mis más queridos amigos, para constatar que el debate, siempre útil, ahora está de moda llamarlo "diálogo", es a veces conflictivo y diría que hasta molesto. Todo el mundo opinamos de todo. No voy a ser yo quien se salga del saco. Me gusta opinar y con frecuencia opino. Rara vez me dejo algo en el tintero. Pero con las críticas a Soraya , de quien recibí un hermoso ramo de flores después de mi segundo parto, me puse de los nervios, no soy neutral ni lo pretendo. Lo más cruento de la polémica, en mi opinión, es que el origen de la crítica. Y es que la inmensa mayoría de las veces que una mujer recibe críticas lo hace de otra mujer. Mi amiga Idoya decía que eso era como escupir hacia arriba, al final siempre te acaba cayend

Pícaros y buscones

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El post de los vendedores de humo, como suele ocurrir en muchos casos, alargados intelectualmente en sobremesas con vino, ha dado mucho juego. También el otro día en un cumpleaños de extraradio me lo confirmó un invitado que podía ser estibador de muelles o herrero medieval: somos un país de pícaros. Ergo ya tenemos una base más amplia para sostener la idea de que parte de nuestra deriva socio-económica (y los propios pícaros dirían que parte de nuestro encanto) se la debemos a una herencia cultural que se remonta al lazarillo de Tormes y El Buscón de Quevedo, a Sancho Panza (más que al Quijote que en realidad era un afrancesado, un rarito ) y a toda la saga de Jaimitos inimaginables. Somos pícaros, en buena medida, bordeando la ley y las buenas costumbres hasta cuando el pícaro no tiene ninguna necesidad de traspasar los límites. Ya que por lo visto, lo mismo da ser Urdangarín (presuntamente) que su porquero. En nuestras raíces más remotas, desde el medioevo al destape y llegando a

Vendedores de humo

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Se quejaba un amigo el otro día, con un grado de aceptación que a mí me resultó amarga, del proceso de disolución del bufete de abogados en el que él trabaja como socio. Una víctima más de la crisis económica. -Pero tú no vas a tener problemas para hacer en otro sitio lo mismo que haces aquí.- le dije yo con aplomo.-Eres muy bueno en lo que haces. - -No sé si bueno, malo sé que no soy, pero eso no le interesa a nadie. Lo que cuenta es lo bueno que seas vendiendo humo. - 5 años trabajando en una "Big Four" me han enseñado que tenía razón. He presenciado innumerables promociones basadas en esa misma capacidad de vender motos y crear entornos de nublosa fatuidad, carreras fulgurantes de gentes sobrevaloradas mientras los "buenos" acaban frustrados y vencidos en el barbecho tecnocrático. En el tiempo que yo permanecí en idéntica tesitura algunos llegaron a socios sin ser los mejores en nada ni referentes para nadie pero increíblente hábiles para vender una imagen vana d

Mi vida sin un iphone

En los últimos meses me rondó varias veces por la cabeza la idea de escribir un post titulado “mi vida sin iphone” como aquella peli genial de Isabel Coixet (“Mi vida sin mí”). La idea era poner en común todo lo que una imagina que ocurre en el mundo cuando una imagina no está o no participa en los acontecimientos pero, en realidad, sí quiere estar y participar en dichos acontecimientos, algo así como estar sin estar. No tenía iphone. Siquiera un móvil arañado con una pésima cámara digital de tres docenas de pixels. El que menos, por entonces, tenía una Blackberry, ya hasta los niños en los patios de recreo se mandaban whats-ups a dos dedos. Pero yo sólo seguía fiel a mis libros y mi cuaderno y allí seguía contando mi historia y las continuas fabulaciones de mis personajes del 14. Nunca me importó, no me suponía un estigma, pese a todo aunque este hecho coincidía en el tiempo con otros eventos que ya dejaban entrever el paso del tiempo por mis huesos: no conocía ninguna canción de Dav

Son cosas de guiris

Desde que he dejado la linea 14 de la EMT por el avant a Toledo mi paisaje ha cambiado totalmente. En lugar de los plataneros del El Prado vislumbro los confines de Parla. Es la periferia del poder, los andurriales de lo que algún día fue la corte. En fín, voy rodeada de guiris que, en viajes de estudios, escapadas románticas o cuentas pendientes con el mundo del viaje trasoceánico, se pegan una excursión de un día en Toledo para contemplar lo que un día muy lejano fue España y su imperio. En una de las vueltas, una mujer rusa conversaba con su amiga expatriada española. Las sitúo en algún tipo de cargo administrativo de la OTAN en vacaciones de septiembre. Ambas charloteaban amigablemente a mi lado y aunque hubiera querido no escucharlas, que no era el caso, hubiera resultado, en mi descargo lo digo, imposible. La rusa portaba un saco de regalos adquiridos de la etapa toledana y los iba sacando de las bolsas, uno a uno, para deslumbrar a la hispana, en esos alardes tan rusos de jacta

Mi primera vez

Apenas si podía ya mantener la boquita cerrada, las ganas cerradas, el corazón cerrado. Estaba impaciente aunque contenida, con apariencia casi monacal, inhibida sí, pero también ansiosa. Como decía aquel poema: con apariencia de paz y párpados mecánicos. Andaba, en realidad, desesperanzada pero con Pepito Grillo diciéndome , anda tonta, qué son unos años más...ya encontrarás tu camino. Por fin , la justicia cósmica se había revelado. Y hoy estoy aquí, en mi primer día de trabajo en Toledo, montada en un tren, como si todo hubiera sido tan sencillo como yacer en el lecho del amante. Anda que si le hubiera puesto otro título al post lo habrías leído... En fín , viajo de espaldas, como el cangrejo que soy, fuerte por fuera, jugosa y blandita una vez que se logra romper la dura carcasa. Vuelvo a mirar Madrid cuando me alejo, los jardines verticales, los viejos polígonos asfixiados entre apartamentos, grafitis y vías muertas y esos edificios industriales tan hermosos, recuerdos de u

El movimiento invisible

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No se ve pero existe. Igual que la fantasía de esperar a que florezca un brote o nos crezca el pelo. No se ve pero crece. Lo mismo que cuando tomamos determinaciones o aprendemos el padrenuestro . Ignoraremos el comienzo del proceso y su final, pero algo habrá cambiado. Cuando nos movemos hacia ese destino, que no es el " fatum " griego sino nuestra senda, sea cual sea, nos movemos paso a paso hasta él. Con el tiempo incluso aprendemos a percibir las señales de ese movimiento invisible que nos lleva hasta el sitio exacto en el que nos encontramos. A veces, en cambio, parece tan lento que se asemeja al inmovilismo y la desidia. Un día estaremos ya allí y descartado el teletransporte se tratará de una motricidad voluntaria y dirigida: una conquista personal. Entonces, quizás, tendremos la sensación de que hemos llegado con una facilidad pasmosa mientras dejamos detrás las dudas, la impaciencia y la desesperanza . Tal es el lento y sutil movimiento humano hacia el cam

Viento de levante

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Si es cierto que hay cosas que se las lleva el viento, espero que se las lleve este viento de levante. Que se lleve las matrices y los mapas, que se lleve los recuerdos recurrentes de mi desencuentro laboral de los últimos años y esa secular sensación de fracaso de pacotilla. Lo demás, que es mucho, amarrado a mi estructura como un mástil se quedará: los juegos felices de los niños, bronceados y alegres en camas elas -tí-ca- tas , las dunas salvajes bajo el atardecer de Zahara ( shiiii que no se entere nadie), la música indie sonando en el chiringuito "Los sueños" , canciones que conozco de memoria sin saberlo, los revival de Oasis, Cold Play o los último de Russian Red. Permanecerán los cabellos revueltos del mítico con su torso de gladiador espartano y su terrestre sentido de la trascendencia. Javi jugando a las serpientes con las hojas de un pinsapo y Sara hablando con sus juguetes ajena al mundo, al olvido y al viento. Que se lleve todo menos lo importante. Po

El tránsito de mi cuerpo en la puerta giratoria

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Hoy es otra puerta, otro día, otra década, otro edificio más alto, con más ascensores, otro distrito, otra luz, otro cielo. Pero el mismo cuerpo poroso en exceso a merced de la misma sustancia nociva, la misma injusticia y la misma parsimonia con la que engullen nuestras almas (si es que tal cosa existe, que diría Comeanises que no, y yo diría que ojalá que sí). Lo pensé la primera vez que me aposté frente a la puerta giratoria de una torre similar, con similares habitantes y normas y portátiles al hombro, hace años, mientras esperaba a Elena apoyada en un coche y desconocía por completo las reglas que años más tarde me habrían vapuleado sin asomo de duda. Y ya entonces sabía con rotundidad que no era mi sitio. Ahora, como una hormiga cargada de razones y de la exultante dignidad de los pequeños, me detengo a observar mi próximo despegue. Obligada por la sombra del rechazo a inventarme otro mundo, tomar carrerilla desde los confines de mi experiencia, que es más larga, más rica, má

Mi vida sin el 14

Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de despedirme de Caradeajo. Menos mal que, de vez en cuando, me la topo en el supermercado para comprobar algunas obviedades de su perfil, que toma mucha fibra (la necesita), bebe leche de soja y mantiene su cara de ajo hasta cuando despliega el flexo solar en su clase de Brikan yoga. Pero ya nunca nos vemos ni puedo jugar a ser la Carrie Bradshow del 14, entre otras cosas, porque ya no viajo en autobús sino en metro con destino al pequeño, ventoso y más pueblerino Manhattan madrileño, apretada como sardina plebeya, con gentes en chancleta, bolsa en bandolera y pantalón pirata, señoras con el bolso agarrao y en general, auténticos desconocidos sin una historia evidente que intuir y contar. Porque yo, aunque dotada genéticamente para la fabulación necesito pasar algún tiempo con mis personajes… Digo esto, en el momento en que la horda se desborda en el andén de Sainz de Baranda y entre los claros, en diagonal con mi asiento, diviso a mi amiga A

No me etiquetes más

Suena a Jacques Brel y su ne me quitez pas pero es sólo una onomatopeya con idéntica voz desgarrada desde los confines del alma. No-me-e-ti-que-tes-más , diría Jacques desencajado, con el rostro enrojecido de urgencia y desesperación. Te lo pido por favor (y todos sabemos y por eso se lo enseñamos a los niños, que lo que se pide por favor no puede negarse), concédeme el don de la entropía, déjame ser una amalgama de cualidades no siempre bien engarzadas, pura contradicción, una outsider, si es preciso. Déjame ser lo que sea, sin etiquetas. Se lo digo al prójimo genérico, a quien quiera oírlo. No me digas que tengo que ser solidario y sostenible y de izquierdas en un mismo pack. No me digas que tengo que ser agresiva pero conciliadora. Que si lesbiana, moderna y guerrera, que sí gay extrovertido y escultural. Que soy mayor si no sigo a los Black Eye Peas o David Guetta o sí reconozco a los payasos de la tele y me se me de memoria las canciones de Mecano. Que tengo que ir con mi pegatin

La maravillosa historia de blackcrow y un pastor afgano

Las personas son, como todos saben, pájaros o perros. Hay algunas tortugas pero son raras de encontrar, casi seres mitológicos. Esta es la historia de una pájara que no lo quiso ser de cuentas anuales y que, si era un poco perra, lo era por naturaleza y un esbelto pastor afgano con un talento peculiar, fotografiaba a ojo de pájaro pero ladraba sólo y exclusivamente cuando resultaba inexcusable. Blackcrow era, como su nombre índica, una pájara negra de inteligencia mordaz, algo siniestra, ya casi rehabilitada del lado oscuro y a punto de caer desde el gótico-vegano a los márgenes del centro derecha. El pastor afgano, por su parte, un ser elegantemente atemporal, pertenecía a un lugar indeterminado entre el campo grande y la ciudad pequeña, el cielo limpio y el suelo llano, el silencio y el susurro. Como siempre hay gente para todo, muchos perros y pájaros de nuestra pradera se mantuvieron ajenos a sus encantos. No yo. Al contrario, las fui descubriendo a pocos, a sorbos de té verde, cañ

Tener las ideas, tener las palabras

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Esta mañana me he tentado los bolsillos, buscando el cuadernito rojo donde escribo lo que tontamente se me cae de las manos. No pude encontrarlo aunque sí una caja de tiritas, un bote de árnica y un libro de Lakoff "No pienses en un elefante". En él cuenta el lingüista como las palabras son para el cerebro como los versos al poeta, pura metáfora y como su oportuno manejo nos aleja o acerca de los otros o nos facilita o dificulta el cercano entendimiento al actuar como marcos que explican nuestra visión del mundo . Ayer tuve la oportunidad inolvidable de ser ponente en una charla sobre estrategia política a través de la retórica. Ofrecía una técnica de nombre impronunciable y que a muchos divirtió o interesó. Otros, pienso, desconfiaron de ella por su finalidad estratégica, como si la naturalidad de ser como uno es nos protegiera del golpe certero del contrario o de nuestras propia y naturales torpezas. Podemos llevar tiritas y árnica en el bolso pero si saltamos de rama e

Bailar bajo la lluvia

De pequeñita creía que sería bailarina de flash dance o Lauren Bacal. El tiempo no me dio la razón pero, de igual menera, obtuve ciertos réditos a mi corta y limitadamente exitosa carrera como bailarina de jazz y actriz amateur de ámbito colegial. Despúes quise ser analista política y speechwriter. La vida me ofreció impagables oportunidades de hacer lo uno y lo otro. Fue entonces cuando supe que era la mujer más afortunada del mundo: una polítóloga con puesto de trabajo. Oh, my god, me dije cruzando los dedos por detrás de la espalda. La suerte no duró tanto, y tras la fortuna llegó la derrota. La primera gran bofetada de mi vida. Probablemente la necesitaba en una especie de justicia cósmica por el hecho de haber podido cumplir varios de mis sueños con menos de 25 años. Visto con distancia, hice siempre lo que quise y bailé una danza feliz por encima de todo aquello otro que pude hacer y preferí no hacer por principios. Y hoy tengo mejor recuerdo de mí. Después vino la consultoría de

Cocktail de ideas y dudas

En la época de la facultad vivía, aún más que ahora, sumida en una duda razonable. Entonces, cada día, Marx, Locke, Habermas o Adam Smith se batían el cobre con manos invisibles y leyes de la historia. Y el saber de esas personas me fascinada, me dignificaba, que digo, me convertía en cortesana de un reino dialéctico donde los argumentos convivían con las dudas y las fisuras eran el motor de la reflexión continua. Al menos en el plano ideal el materialismo dialéctico resultaba tan solvente como la ciudad platónica pues tan contradictoria me parecía la lógica social como diversa la condición humana. Lo abstracto ideal y la tangibilidad de la historia eran para mí compatibles y yo estaba como loca de felicidad de rozar la verdad siquiera con la punta de los dedos. Por eso me sigue costando al día de hoy suscribir idearios completos, militar o creer a pies juntillas. Pero me apunto a dudar de forma sistemática y a someter cada día mis ideas al juicio de la razón y la historia. Con cariño,

The last survivor

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El 14 iba a tope, arrollador como una ola gigante comiéndose la tierra. Julito “El ratero” había madrugado ese día. La cosa estaba achuchada y había buscarse la vida. Se subió frente al Ministerio de Agricultura y se situó tras una joven con un gran bolso gris que parecía el saco de papá Noel. Es la moda ahora, grandes sacos para pequeñas mujeres bailarinas, pequeñas Audries Hepburn arrastrando la saca de cartas del cartero de Bokowski. Es absurdo pero hermoso, como la vida. Anyway, Julito metió allí su mano, rápida como pocas en otros tiempos. La chica sintió en seguida los envites del caco pero permaneció sin inmutarse, de espaldas, mirando sin mirar. El conductor del bus, presionado por el ordenador de a bordo, iba traqueteando el vehículo y dificultado con ello el éxito de hurto, de modo que al tercer ineficaz zarpazo Julito comenzó a sudar por las sienes y el nacimiento de cabello a chorro limpio y su rostro, pretendidamente indiferente ,mostraba muecas evidentes de frustrada inco

Mi puerta del sol

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Nadie hablaba de otra cosa: los indignaos del reino de España concentrados en la Puerta del Sol. Les prohíben hacerlo o no y unos y otros dicen que les apoyan. La gente se acerca a curiosear, los niños se rifan las pegatinas. Yo, presa de la fobia a las multitudes me mantengo al margen, refrigerada ante el calentón cívico. Aún no he leído nada pero atando cabos algo huele a algo, algo se parece a algo y al menos una novedad evidente: la gente ahora habla de política en cualquier lugar. Se ha abierto la veda del debate público. Confieso que temo que el guión ya esté escrito, que los eslóganes me resulten familiares, que las propuestas ya estén mascadas y no pueda, como suelo, comprar el pack de productos pues devienen indivisibles y unidos por una cinta plastificada que hace las veces de filtro ideológico. Pero aún no he leído nada y no sojuzgo. Abro la web y leo el manifiesto y el programa. Empieza bien, casi irresistible “somos gente normal, gente como tú que madruga para ir a trabaja

Quiero perderme en el botánico

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Tengo ganas de perderme en el botánico. Supongo que es una fantasía recurrente, un fetichismo de libro. Le pasaba a Belén Gopegui en la Escala de los mapas con la manija de una ventana...así que lo mío es cosa sencilla. Mi intención es sumergirme entre los macizos de boj y permanecer allí muy quieta hasta que al amanecer y antes de que el calor derrita como a Ícaro sus alas, regrese a la superficie sobre las hileras de pensamientos que jalonan su verja. Luego buscaré una senda adecuadamente tejida de arces o castaños de indias, de modo que mi piel tenga el mismo estampado geométrico de luces y sombras que sus copas rebanadas de sol pintan en el suelo. Entraré en el invernadero al fin, como Alicia en el árbol, y me reposaré bajo el ficus como si no hubiera hecho jamás otra cosa. Quizás toque el violín con un limpio cambio de cuerda, lo mismo que Sara en el columpio, yendo y viniendo a cámara lenta. Cerraré los ojos escuchando “Happiness” de Riceboy Sleeps a soñar que soy bailarina de u

Banderolas electorales y otros adornos de la democracia

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Hoy en el 14 he tenido que dejar de sopetón el tronchante libro de Bukowsky (Cartero, su primera novela) para analizar la cartelería electoral. Al respecto la gente se pregunta ¿por qué lo ponen? ¿quién es tan lerdo para votar a alguien porque lo ha visto en un cartel? Muchas veces, en una ingenuidad similar, he tenido idéntica reflexión con los anuncios de detergente cuando lo cierto es que ninguna empresa gastaría millones en publicidad si no estuviera garantizado el retorno de la inversión. En relación con la versión política, le decía el otro día al Mítico George que, de hecho si no pusieran banderolas por las calles la gente ni siquiera sabría que estamos en elecciones. Tout simplement . Como no lanzar pues el libro por los aires al ver a ese Gallardón , impactante , con tanto photoshop que parece un holograma ; esa Esperanza que parece un cartel de las crónicas de Narnia ; pero sobre todo, ese iluminatti de Tomás Gómez , "Presidente de la gente común..." ¿quien s

Relato corto en tres tiempos: Los ojos del poeta

Sus pupilas titilaron unos segundos, de forma similar a las estrellas de noche, como si temblaran fugaz, casi imperceptiblemente. Era lo que hacían sus ojos de poeta en su fase r.e.m ( rapid eye movement ). De este modo encontraba la belleza que necesitaba para habitar el mundo, la dosis suficiente de versos ensartados como guirnaldas con sus palabras favoritas (quizás, tal vez…) y la dosis clave de silencio para formar canciones. El poeta, lo mismo que un carnicero por los cuchillos tenía debilidad por los personajes. Tras ellos corría su mente igual que una liebre. Como gran fabulador construía historias habitualmente poéticas, cortas, sensoriales, de evidente belleza. Fabulaba, sí, todos los sabemos, fabulaba y fabula como modo de vida, como la rana que le dice al escorpión: ¿y tú, qué, como siempre…? El poeta, la persona también, de carne y hueso, tenía además simpatía con los antihéroes . Superratón y el Henry Fool de Hal Harley fueron sus principales referentes en la inf

Relato corto en tres tiempos: Los ojos de Carol

Sus pupilas titilaron unos segundos, de forma similar a las estrellas de noche, como si temblaran fugaz, casi imperceptiblemente mientras hablábamos de un relato de un poeta sobre un vagabundo. Entonces enrojeció de súbito, tal y como solía ocurrirle de pura emoción. Las mejillas subieron de tono, las orejas se le encendieron y hasta el blanco de los ojos, como ensangrentados de pena se volvieron teatralmente iluminando el centro de la escena. Yo la miraba sorprendida. -¿Qué te pasa? Le dije alarmada. Por instante creí que no respiraba. -¿Estás bien?-. Grité ante la duda. Ella permaneció callada y compungida, disparando sus ojos contra los míos con la vana pretensión de lanzar con ellos rayos autoexplicativos. –Estas llorando- comprendí finalmente. -Sí.-confirmó escuetamente. –Este es un asunto que me supera-. Al pronunciar estas pocas palabras, supongo que se quebró la suerte de muro de contención que hubiera logrado construir en torno al asunto y dos lágrimas gruesas como acequias re

Relato corto en tres tiempos: Los ojos de Muhmad

Sus pupilas titilaron unos segundos, de forma similar a las estrellas de noche, como si temblaran fugaz, casi imperceptiblemente. Estaba tumbado en unos cartones sobre un banco y miraba el cielo de las nueve de la mañana. Muhmad se buscaba la vida en las calles del barrio de Retiro, un entorno acomodado y apacible, colmado de culpa cristiana. Y reitero esto de la culpa porque, durante años viviendo en las calles Muhmad había aprendido al menos dos cosas, una era la importancia de aislar el catre de la humedad y otra era la habilidad de distinguir culpa y conciencia. La primera sensación permitía pingües pero constantes réditos por parte de los subscriptores de limosna, mientras que la segunda versión proporcionaba puntuales aunque más elevadas aportaciones y ocasionales bocadillos e iba acompañada de un deseo más o menos difuso de cambiar el mundo y, con frecuencia, exigía charlar con el “concienciado” sobre ciertas nebulosas oportunidades de reinserción social. El joven Muhmad, que yo

No hay detalle pequeño

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Lo dijo una vez el gran Alejandro González en el receso de un concierto de Enrique Amigó. No hay detalle pequeño. Y me quedé pensando en ello. Además de una frase cojonuda , es una idea compleja, un asunto para la reflexión. Lo confirmó Antonio Banderas este sábado en el programa de Versión Española (por cierto, espectacular retoque el que se ha hecho Cayetana Guillén Cuervo, please que diga donde…resplandece la piba …) a la sazón de su segunda película “El camino de los ingleses”: para narrar una historia sobre los recuerdos los detalles lo son todo. Así, uno se acordará de unas luces sobre la mesa, del calor la noche que dio el primer beso, quizás de la sensación de la arena de la playa entre los dedos de los pies, de cómo olía la calle en verano una época de la vida aunque desde luego no recuerde la secuencia concreta de los diálogos y los acontecimientos. Los recuerdos están llenos de cubiertos chocando contra la loza, de niños, que podemos ser nosotros mismos, gritando frenét

Follar sin ganas

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Dicen que la primavera la sangre alterna pero ¿y la astenia? Pocos reflexionan sobre los efectos de la astenia en la sexualidad. La astenia (del griego a: ‘no’, y sthénos : ‘vigor’) es un síntoma presente en varios trastornos, caracterizado por una sensación generalizada de cansancio, fatiga y debilidad física y psíquica. Esto, unido a una vida de pareja nutrida de capítulos de los Pingüinos de Madagascar y Dora la Exploradora, deja la pasión bajo mínimos. El otro día Mítico George se me quejaba indignado porque me puse a hacer payasadas mientras intentaba besarme. Lo siento George , me era imposible concentrarme. Una amiga me confesaba esos días que no soportaba que su pareja la entrase cada noche, que la acobardaba y bloqueaba tener que “dejarse llevar” por lo que la situación requería un inmediato cambio de roles en la que ella se reinventaba a sí misma y poco menos que tenía que disfrazarse de catwoman . A veces sirven unos vinos, a veces mejor que no…Estamos cansados, que l

Los miserables cantan rap

Hace unos días acudí a la mejor producción de los Miserables de Víctor Hugo de cuantas he visto (Mítico George diría aquí, ojiplático , ¡pero vaya cara! si sólo has visto dos...y yo añadiría...bueno sí, pero he visto algunas escenas más en varios musicales de instituto americano...osea dos más...) Es verdad, lo reconozco, exagero. En eso soy irreductiblemente del sur. Aunque un consultor diría, no obstante, que no falto a la verdad ni exagero, sino que "pongo en valor" las experiencias vividas. Pues a cuenta de la mendicidad y el talento trata el post. Metro de Madrid, 16:30. Regreso del polígono. Entra un chaval y comienza a rapear en plan improvisación. El tío es tan malo que no puedo contener la risa y me tapo la cara para que no se ofenda, me ve e intenta rapear sobre el modo que me apoyo en la mano pero no hila frase entera...tututu...se apoya en el anular...tututu...eeehhh...se apoya...tutututut....lleva medias marrones...oh yeah...ehhh...y regresaba a un bodrio

Un hombre enamorado

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Ahora trabajo en la sede de un cliente, la oficina está camino del extrarradio y ello, además de tediosas comprobaciones de datos me ha proporcionado innumerables viajes en metro. ¿ masificación ? ¿olor a humanidad? no, eso para mí son historias que contar. Ayer, por ejemplo, coincidí en el vagón con un hombre enamorado. Recuerdo su rostro a la perfección, unos treinta años, gafas de bibliotecario, metro setenta, noventa kilos. Viajaba junto a la mujer de su vida. Morena ella, de pelo ensortijado y él se apoyaba en su espalda entre la masa humana de la hora punta con tal desazón que por el resplandor pareciera que un foco de cine iluminara la escena. Suspiraba, podríamos decir, desde lo más profundo del alma. Pero lo hacía de forma silenciosa, sin ruido, trasmutaba, casi levitando . Besaba de nuevo los tirabuzones de su amada, con los ojos cerrados, ajeno a todo, rezumando amor. Todos le mirábamos como asistiendo a un espectáculo cuyo código es conocido. Me reconocí en su rostro en

Yo soy así

Existe un aserto, tan falso como recurrente, que tiene que ver con la inmutabilidad de las formas de ser. En efecto, con el tiempo he podido observar que las personas tardamos años en ir limando aristas, aprender un idioma o decidir divorciarnos . No es menos cierto que, recalcitrantes, seguimos, como dice el refrán tropezando con la misma piedra, una y otra vez. Y es verdad que, en cada cambio de ciclo, algo se tuerce por dentro y nos sentimos asolados por la incomodidad de una hechura nuestra que no cabe en el tiempo que le toca vivir o la que, por el contrario le quedan las mangas largas como los jerséis de Enrique Iglesias. A casi todos nos pasa esto de que estemos como fuera de lugar en nuestra propia vida. No hace falta, pues, que diga que me solidarizo con la desazón existencial. Pero si realmente algo me toca las narices ante cualquier eventual desajuste es la socorrida salida de quienes sintetizan el asunto del modo que sigue: “es que fulanito es así y hay que aceptarle como

Mantas zamoranas y vulvas peludas en Cibeles Madrid Fashion Week

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Sabed todos, cibernautas sin sentido de la moda, que ahora para ir trendy hay que echarse por encima una manta zamorana por el día y por la noche la colcha de Conan el Bárbaro. Eso sí, si refresca hay que ponerse una capucha con forma de vulva peluda tipo gatete acostao en Muchachada nui-ni . Sin eso complementos sobre un micro-short cachetero uno está no sé, como out, osea superhortera. Donde quedan esos tiempos en que un sobrino a la pregunta de ¿a quien te quieres parecer de mayor? decía cosas como “quiero ser hortero como el tío miguel…” (sortero quería decir el chiquillo, o sea sin pareja…) En definitiva, para cualquier que no tuviera la suerte que yo tuve de estar ayer en Cibeles Madrid Fashion?? Week que se apunten a un curso de ropa fea, sencillamente hortera y con forma de edredón de mamut con unas chapas pegadas para dar glittering al conjunto, o mejor dicho al atuendo, que es como se dice con propiedad. Pues, eso, si quieres tener un look como super-cool, y no eres una fash

La vida es un dafo

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Para quien no lo sepa a estas alturas de la vida, un DAFO es una matriz comúnmente empleada en consultoría para ordenar la información de un diagnóstico en 4 cuadrantes, dos externos (oportunidades y amenazas) y dos internos (debilidades y fortalezas). Pues bien, una oleada de inestabilidad sacude los cimientos de mi entorno. De un tiempo a esta parte, un número estadísticamente relevante de mis amigos y familiares y red de contactos están experimentando un ciclo masivo de cambios, pequeños cataclismos que en este punto no podemos calificar como desgracias sino como experiencias de vida sobrevenidas , digámoslo en términos del nuevo ascetismo, oportunidades de autorrealización . Las temáticas son variadas pero con frecuencia destacan las rupturas amorosas, los trabajos frustrantes y las combinaciones de ambas categorías. Es esta la dinámica cósmica. Por ello, no es extraño que yo, que siempre he sido lo que la desviación típica a la campana de Gauss , vaya cual abeja Maya, de flor