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Mostrando entradas de febrero, 2012

Amar lo que queda

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Ahora sé que es posible volver a amar la tierra yerma, los olivos grisáceos del invierno, las pardas sombras y las tardes vulgares de Febrero. Que es posible amar con tanta calma tan calladamente a solas, sin adornos. Porque una ama ya lo que queda después de la batalla, los cuerpos dolidos y los péndulos, la rebeldía bienintencionada, la desorientación el aire cargado anterior a la lluvia. La cierta honra que uno espera conservar, cuando llegue la muerte. Y aquí me tienes, feliz, mirando estos campos varados sin oficio. Feliz en este país herido de muerte que una ama a pesar de todo. Sin idealismo de facultad. Con un amor, si acaso, de tercera edad, con un amor de amiga sin fanfarrias.

La verdadera historia de Caradeajo

Vuelvo al 14 y a sus habitantes. En las dos primeras semanas no coincidí con Caradeajo . Creía por un momento que se hubiera jubilado. Una mañana volvió a subirse al 14 a la hora habitual, vestida de Adolfo Dominguez y zapatos Geox. Se apoyaba con un sólo dedo, el pulsar, a una de las barras laterales para, como siempre advertí, no tocar toxinas o pieles muertas del prójimo anónimo. Y lo hacía de tal modo que resultaba acrobático, casi imposible, contener los envites del viaje con tan maña pose, propia de un funambulista digital. Dos paradas después de Emilio Castelar , justo donde siempre dije que se bajaría, se bajó, yo iba detrás, nerviosa por comprobar mis capacidad de adivinación, al menos de análisis antropológico. "Funcionaria de empleo" repetía como un mantra . El destino se ponía al descubierto y con él mi capacidad para adivinarlo. Tiró para el Museo de Ciencias Naturales. "Oh dios, es bibliotecaria , ¿como no pude verlo? Nuevamente viró calle arriba. Había e