Pienso luego voy en bus
Me gusta ir en autobús porque puedo pensar Literalmente abandono el mantra no pensante, eso que hacemos los humanos de repetir escenas vividas y sus encadenamientos como ruedas de molino. Es eso lo que hacemos tantas veces, repasar listas, botones sin coser y yogures por comprar. Analizar lo escrito o leído o escuchado bombardeado en las sienes como rayas de escaleras mecánicas adheridas a los ojos en el último escalón que engulle la tierra. Procesar, masticando la vida. Como un rumiante mastica la hierba. Pensar es otra cosa. Me refiero a pensar en lo que venga. O lo que ves. O lo que sientes. Pensar sin red.Un aprendizaje de funambulista. Voy en el bus, con mi cuaderno y pienso. Acaricio los lomos de la Moleskine, -L´essentiel est invisible pour les yeux- como una pitonisa ante su cliente la esfera de cristal. Me siento importante. No me ahogo en mi ni en la vida. Soy el tótem y el espíritu de mi cuerpo. So