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Mostrando entradas de abril, 2014

Pienso luego voy en bus

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Me gusta ir en autobús porque puedo pensar  Literalmente abandono el mantra no pensante,  eso que hacemos los humanos de repetir escenas vividas  y sus encadenamientos  como ruedas de molino. Es eso lo que hacemos tantas veces,  repasar listas,  botones sin coser y yogures por comprar. Analizar lo escrito o leído o escuchado bombardeado  en las sienes como rayas de escaleras mecánicas adheridas a los ojos en el último escalón que engulle la tierra. Procesar, masticando la vida. Como un rumiante mastica la hierba. Pensar es otra cosa. Me refiero a pensar en lo que venga. O lo que ves. O lo que sientes.  Pensar sin red.Un aprendizaje de funambulista. Voy en el bus, con mi cuaderno y pienso. Acaricio los lomos de la Moleskine, -L´essentiel est invisible pour les yeux- como una pitonisa ante su cliente la esfera de cristal. Me siento importante.  No me ahogo en mi ni en la vida.  Soy el tótem y el espíritu de mi cuerpo.  So

Sonrisa en una botella

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Daniel Luminius, pongamos por caso, iba sonriendo por la Avenida de Menéndez y Pelayo. No es que sonriera con fruición inusitada, de forma tan grotesca y teatral que fuera imposible no mirar. Tan sólo era una sonrisa común y corriente de esas que uno pone cuando piensa en algún momento feliz o conversación risueña sin pararse a pensar en el prójimo ajeno que le mira en plan marciano y se pregunta: ¿Y este que hace riéndose sólo? Lo cierto es que Daniel, de aproximadamente 33 años, lleva dos semestres recuperándose de las secuelas de un accidente de tráfico y el coma que le sucedió y le hizo perder buena parte de su función motriz. Razón por la cual pasea a diario y acude a logopeda y fisios semanalmente. Pasea a menudo y suele hacerlo con o sin su madre y siempre en compañía de un bastón y botas de treacking. Algún cursi diría que en lugar de 33 tenía poco menos de dos años con algún eufemismo del tipo "ha vuelto a nacer". Lo cierto es que su aprendizaje se asemejaba al de