Los viajes del corazón

¿No os pasa a veces que el tiempo da una vuelta a la manzana y os encuentra en el mismo momento existencial de hace unos años? ¿Que la vida está ordenada/desordenada en ciclos de entre 5-7 años de ir y volver? Son los viajes del corazón.
Cuando una relee sus cosas, a menudo pasa que recompone hilos o que observa el movimiento pendular de algunos pensamientos, oscilando lentamente, de la pasión a la apatía, del activismo al exilio, de los sueños al pragmatismo para comprobar que estuvimos, en realidad, en todos esos lugares.
Vuelvo a traer el post porque me viene como anillo al dedo y le pongo, esta vez, banda sonora:
Tengo ganas de perderme en el Botánico. Mayo de 2011
Tengo ganas de perderme en el botánico. Supongo que es una fantasía recurrente, un fetichismo de libro. Le pasaba a Belén Gopegui en la Escala de los mapas con la manija de una ventana...así que lo mío es cosa sencilla.
Mi intención es sumergirme entre los macizos de boj y permanecer allí muy quieta hasta que al amanecer, y antes de que el calor derrita como a Ícaro sus alas, regrese a la superficie sobre las hileras de pensamientos que jalonan su verja.
Luego buscaré una senda adecuadamente tejida de arces o castaños de indias, de modo que mi piel tenga el mismo estampado geométrico de luces y sombras con que las copas rebanadas de sol pintan en el suelo.
Entraré en el invernadero al fin, como Alicia en el árbol, y me reposaré bajo el ficus como si no hubiera hecho jamás otra cosa. Quizás toque el violín con un limpio cambio de cuerda, lo mismo que Sara en el columpio, yendo y viniendo, a cámara lenta.
Cerraré los ojos escuchando “Happiness” de Jònsi&Alex* a soñar que soy bailarina de una caja de música en perfecta y entrópica danza. Qué soy una bailarina perdida en mitad del botánico y no se puede pedir nada más en esta vida.
*En la entrada original me refería al título del álbum, Riceboy Sleeps pero no al grupo.

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